PARA UN TIEMBLO
Como te asombres, te tengo dicho,
y te deshagas,
te neutralices
y descompongas en equis mundos,
tente en los ramos,
atente en ramas,
té de los montes austeros monjes,
y ten despiertos los brazos esos,
garfios de recogerme en ascuas,
-que te entibias-
y álzame en volteos de irse y venirse
y namorarse
al desaire
mientras perdura la sombra
ensombrecida
del telón
de recogerse
que todo hurta
de miradas.
Te tengo escrito. Te tiemblo
al este,
lado común entre tú,
te empeñas siempre ,
y yo. Como digas
mañana,
siempre por siempre
temblor ennegrecido.
Pero sí, ni
me lo cuentes.
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